La noche del sábado fue testigo de otra descarga de alto voltaje: Airbag volvió a la Plaza de la Música para la segunda función de su paso arrasador por Córdoba, en una serie de tres fechas que volaron en minutos. Las entradas desaparecieron apenas salieron y el trío no hizo más que justificar esa locura: dieron un show bestial, intenso y lleno de momentos memorables.
Desde Comunidad FAN estuvimos en el lugar, mezclados entre miles de fans que saltaron, cantaron y transpiraron cada canción como si fuera la última. Lo que se vivió fue una verdadera ceremonia de rock, sin pausa y sin filtro.
El arranque fue directo al mentón con Jinetes Cromados, y enseguida Anarquía en Buenos Aires dejó claro que no habría tiempo para respirar. El pogo explotó temprano y la banda respondió con una muralla de sonido: volumen al palo, visuales impactantes y un setlist afiladísimo. Cuando llegó Perdido, con las pantallas mostrando imágenes de Maradona en modo dios, el combo fue imbatible: música, ídolo y emoción mezclados en una sola escena.
Luego siguieron canciones como Corazón Lunático y Vivamos el momento, coreadas con fuerza por un público que no solo acompañó, sino que fue parte activa del espectáculo. La banda mantuvo la intensidad con Noches de Insomnio y No confíes en tu suerte.
Uno de los momentos más viscerales llegó con Cuchillos Guantanamera, cuando el escenario se cubrió de luces estroboscópicas y la multitud entró en trance.
Ya avanzada la noche, hubo un cambio de atmósfera. El escenario se transformó en un living improvisado: sillones, luces tenues, whisky y cerveza en la mesa y la banda en modo íntimo. La conexión con la gente fue total, como si el show se metiera en un paréntesis para invitar a respirar, brindar y emocionarse sin tanta distorsión.
En ese tramo más relajado, Patricio se sentó al piano e interpretó una versión sentida de Amor Clasificado, que Córdoba celebró con una ovación genuina. El silencio se rompía con cada nota, y el momento quedó grabado como uno de los más sinceros de la noche.
El clima fue subiendo nuevamente con La partida de la gitana y, hasta que el show volvió a pisar el acelerador con un tramo final cargado de adrenalina. La emoción colectiva se potenció con Por mil noches, uno de los himnos más coreados de la jornada, y poco después, el desenfreno estalló con Colombiana.
Con la sala cubierta de luces rojas y un beat pulsante, las mujeres tomaron el centro de la escena con su ya clásico ritual: muchas se subieron a hombros, se sacaron la remera y el corpiño, y los agitaron al ritmo de la canción. Una postal de libertad que ya forma parte del imaginario Airbag.
El cierre fue brutal, con Kalashnikov y Solo aquí como golpe final. Pero antes de despedirse, la banda dejó un detalle sutil y cargado de estilo: unos segundos de “Por una cabeza”, que cerraron la noche con un aire tanguero, elegante y cargado de historia.
Y aunque la jornada terminó ahí, el anuncio llegó al día siguiente, en el último show: Airbag prometió volver a Córdoba antes de fin de año, y no a cualquier lugar, sino al estadio Mario Alberto Kempes. Una cita de otro calibre, para una banda que ya juega en las grandes ligas.
Airbag no está girando: está dejando huella. Y Córdoba ya forma parte de su leyenda.